Los tributos son una serie de obligaciones de pago, tanto para las empresas como para particulares, que permiten al sector público recaudar el dinero suficiente para hacer frente a sus gastos. Los tributos se clasifican en impuestos, tasas y contribuciones.
El sector público debe afrontar el pago de numerosos gastos en su día a día, tales como el pago de salarios a docentes o personal sanitario, construcción de infraestructuras… De ahí la importancia del cumplimiento de las obligaciones fiscales.
Gracias a la recaudación de tributos, el sector público puede hacer frente a sus pagos. Estos se clasifican en tres tipos:
IMPUESTOS
Son pagos realizados por los contribuyentes por los que no reciben una contraprestación inmediata (IVA, IRPF, IS…).
TASAS
Son tributos cobrados en contraprestación por algún servicio prestado (pago de tasas universitarias, recogida de basuras, etc.)
CONTRIBUCIONES ESPECIALES
Son tributos que deben pagar solo aquellos contribuyentes que se ven beneficiados por alguna determinada acción pública (vecinos de un barrio por obras en su entorno).
Por otra parte, los impuestos puede clasificarse desde distintos puntos de vista:
IMPUESTOS DIRECTOS E INDIRECTOS
Directos: Recaen sobre las personas por el hecho de obtener una renta o una ganancia en su patrimonio (p. ej.: IRPF o IS).
Indirectos: Son impuestos que recaen sobre las personas por el consumo de bienes y servicios o por las transmisión de bienes y derechos entre ellas (p. ej.: IVA, impuestos especiales).
IMPUESTOS PROGRESIVOS, PROPORCIONALES Y REGRESIVOS
Progresivos: El porcentaje de impuestos a pagar aumenta en función del nivel de renta obtenido (IRPF).
Proporcionales: El porcentaje de impuestos a pagar no varía con la cantidad de bienes consumidos o nivel de renta (IVA o IS)
Regresivos: Son los que al aumentar la renta de las personas el porcentaje a pagar disminuye.
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